Gustavo Joaquin

A los 21 años y en plena época de dictadura militar en Argentina, la rebelión contra lo “establecido” y la búsqueda de nuevos caminos, me llevó a tomar contacto con el Siloísmo.

Mi participación activa en esta corriente tuvo como correlato la persecución por parte del aparato policial-militar de aquel oscuro momento de la historia argentina, viéndome obligado a abandonar el país y a emprender el camino del exilio.

El desarraigo y la vida como refugiado político en Alemania, lejos de constituir un quiebre de mis anhelos y aspiraciones a nivel personal y social, significaron –gracias a la visión que me transmitió el siloísmo- el comienzo de una nueva etapa en mi vida, junto a otros compañeros de lucha. Etapa marcada por la adaptación a un medio que, si bien extraño, estaba también conformado por individuos necesitados, en lo más íntimo, de afecto, esperanza, sentido y justicia social.

Nuestra prédica interpelaba a los jóvenes, y lo hacía, como siempre, desde una propuesta centrada en el cambio personal y social, y basada en ideas antiautoritarias y de liberación interior.

El anhelo de ayudar a construir una Nación Humana Universal basada en la cultura de la no-violencia me llevó, junto con otros amigos, a conocer la diversidad cultural en más de 20 países de Sudamérica, Europa y África, trabajando codo a codo con las personas por encima de las diferencias impuestas por los modelos culturales.

Hoy, al cabo de más de 50 años dedicados a ese ideal, soportado por un estilo de vida basado en la coherencia personal y social, debo admitir el fracaso de mis aspiraciones. Fracaso en cuanto al logro de una sociedad más justa, equitativa y no-violenta, mas no en cuanto a la superación del sufrimiento personal y a la consolidación de una fe en la continuidad de la vida más allá de la muerte. Esto último confiere un sentido a mi accionar presente y es la fuente de energía para seguir en el intento inicial, buscando transmitir mi experiencia y mis puntos de vista a las nuevas generaciones, en quienes deposito mi esperanza para la construcción de una sociedad más justa y más humana.

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